El gran error en el que muchos incurrimos
es el de suponer que viviremos para siempre.

El mar no tiene esa pretensión,
ni teme desaparecer en forma de olas ni de espuma.

Pobres locos, nosotros,
que buscamos aislarnos de las profundidades

¡Encuentra las partes de ti que son líquidas
y libres de rigideces!

¡Deja que tu alma sea transparente, fluida, libre!

En cada uno de nosotros residen innumerables gotas
que susurran una súplica primigenia:
cada uno de nosotros puede volver al mar.


Raúl: (rascándose la cabeza) Por qué puede surgir un fervor religioso respecto al océano?
Tara: No hay nada de malo en eso.
Raúl: Sí, pero un océano es sólo eso, un océano.
José: Todos necesitamos tener ciertas creencias sobre algo, ¿no? La mayoría de la gente es religiosa en relación a sus trabajos, el dinero, la familia o ídolos. A fin de cuentas, el océano no está tan mal como objeto de piedad religiosa.
Maya: Tal vez hay una necesidad humana de sentirse sagrado por algo. A mí, las religiones tribales tradicionales me parecen extrañamente incongruentes. Sin embargo, necesitamos una especie de "brújula moral" y me temo que el espíritu de lo el sagrado, se ha convertido en algo muy escaso en la vida de la mayoría de las personas.
Raúl: (sonriendo diabólicamente) ¡Pff! ¡Pff! ¡Grandiosas palabras para un cerebro tan pequeño!