Siempre viajando,
el alma se alimenta de la carne del tiempo,
avanzando, imaginando futuros apenas vislumbrados.
Nos aventuramos por estrellas lejanas y paisajes extraños.
¡Qué lejos hemos viajado desde nuestro punto de partida!
¿Hemos perdido por completo el recuerdo
de nuestras formas originales?
Si los laberintos de nuestros corazones siguen sin ser cartografiados,
¿seremos capaces de trazar esos remotos reinos de experiencia
entre la Base 603 y las profundidades del espacio de Uchinoura?
Tropezaremos acaso con formas de vida radicalmente distintas
a las razas humanoides con las que interactuamos actualmente?