I.

Tus hojas――esbeltos sables barnizados de verde――
se arquean hacia abajo en lenta rendición,
como fatigados guardianes que se inclinan
hacia la tierra, como centinelas cansados
que rinden homenaje al bulbo enterrado en tu base.

II.

¡Oh, el bulbo del deseo!

Te rebelas en las profundidades,
liberando aromas punzantes
desatando aromas agudos
con descarada alegría.

Tus cánticos picantes
cantan con punzante aspereza,
directo a mis fosas nasales,
sin el menor atisbo de vergüenza.

III.

Voy a quitarte tu obstinada piel, capa por capa.
sintiendo el papiro fragante del misterio.
Cada uno de tus anillos es otro laberinto,
sin salida, sin núcleo.
¿Es esto burla o revelación?

Sin centro alguno, solo círculos interminables:
la verdad enroscada dentro de otra verdad más cruda.
¿Podría la filosofía ser tan despiadada——
interminable y contumaz,
descarnada e implacable?
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Oda a una cebolla - un arte de T Newfields